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Ed. Hachette, año 1964. Tamaño 20,5 x 14,5 cm. Traducción de Gabriela de Civiny. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 428

Por James R. Scobie

Esta monografía tiene coma finalidad estudiar y analizar diez años significativos del desarrollo argentino. Dentro de esos años
se centra uno de los temas fundamentales de la historia argentina: la lucha entre la ciudad de Buenos Aires y las provincias.
A todo lo largo del período colonial existió un conflicto de intereses entre las regiones centrales y del noroeste, asociadas
con la minería del Alto Perú, y las zonas ganaderas y agrícolas en torno de Buenos Aires. Los aspectos económico y cultural
del tal conflicto habían sido muy evidentes ya que por lo general la lucha política no pudo manifestarse. La independencia suprimió estas restricciones. Buenos Aires intentó imponer su dominio a las provincias, mientras que los caudillos del interior se resistieron a esta imposición y trataron de prevalecer sobre dicta ciudad.

Se hicieron tentativas para trazar los aspectos políticos de este conflicto a través de la lucha de federales y unitarios, pero es
obvio el peligro de calificar con términos de teoría política intereses y grupos tan fluctuantes. Las constituciones de 1819 y
1826 fueron instrumentos unitarios ideados por los porteños para asegurar la posición predominante de Buenos Aires en un gobierno centralizado. La aplastante reacción de las provincias ante tal tendencia, evidente hasta en la de Buenos Aires, hizo que se rechazaran estas constituciones y se levantara la bandera del federalismo en defensa de la autonomía local. Pero Rosas, que era federal, estableció la más prolongada y en cierto modo la más tiránica represión de la autonomía local entre 1835 y 1852. Y Urquiza, que también era federal, sancionó la Constitución de 1853 que había de convertirse en el instrumento de un gobierno
fuerte y centralizado. En forma similar, los intentos de exponer los aspectos económicos del conflicto presentando al litoral como
defensor del comercio libre y al interior como proteccionista, tropiezan con varias divergencias. Los intereses y la producción
regionales dictaron lo que podía definirse como comercio libre; el control del puerto principal por los porteños demostró ser tan
dictatorial coma cualquiera de las regulaciones mercantiles de los españoles; y a consecuencia de ello, la posesión por Buenos
Aires de la mayor parte de las entradas de aduana no suministró una distribución equitativa de la renta nacional. Estos hechos
contribuyeron a la división del mismo litoral e hicieron que los términos «proteccionista» y «comercio libre» no tuvieran sentido
alguno en el conflicto económico. No obstante, en todas estas luchas era evidente el esfuerzo de Buenos Aires por imponer su
propia forma de gobierno a la nación, por dar nueva vida a la jurisdicción del antiguo virreinato.

Aunque las constituciones de 1819 y 1826, propiciadoras del poder central, fracasaron, Buenos Aires logró un dominio de hecho del país por medio de su gobernador, Juan Manuel de Rosas. Su gobierno no se afirmó únicamente en la dirección personal o en la habilidad política, sino que lo hizo también por medio de un arreglo financiero: Buenos Aires había obtenido la clave económica para lograr la dominación política aun antes de haber alcanzado la suficiente población y riqueza para asegurarse esta posición. Por un accidente histórico, Buenos Aires había llegado a ser el puerto de la Argentina. Esta ciudad, por consiguiente, en la ausencia de una autoridad nacional constituida, recaudaba las rentas de aduana de casi todas las mercaderías europeas que entraban en la Argentina y de todos los productos que salían del país. En efecto, esto significaba que Buenos Aires recaudaba y gastaba rentas que normalmente hubieran correspondido a un gobierno nacional.

En 1852, aunque Rosas fue derribado por la resistencia que las provincias del literal opusieron a ese control comercial y político ejercido por Buenos Aires sobre la Argentina, Buenos Aires carecía aún de la suficiente fuerza para imponer sus demandas de autonomía local. Las provincias, sin embargo, organizaron un gobierno en la Constitución de 1853 que, eventualmente, iba a señalar el fin de la autonomía provincial. Por el momento Buenos Aires, incapaz de dominarlo, se mantuvo fuera de la Confederación. Pero los porteños, aunque habían repudiado la dictadura de Rosas, no echaron en olvido su sistema financiero. Al enfrentarse contra las fuerzas unificadas de las demás provincias, Buenos Aires demostraba así la extensión que había alcanzado su desarrollo desde el período colonial. El monopolio de las rentas de aduana constituyó la base de su vitalidad en el período de su separación de las demás provincias y la razón oculta que le permitió la conquista del gobierno nacional en 1862.

El control de la república por los porteños fue finalmente conquistado por otro gobernador de Buenos Aires, Bartolomé Mitre. En sus manos la Constitución de 1853 fue un instrumento de gobierno fuerte y centralizado, e hizo de Buenos Aires la primera provincia de la república. El hecho de que los presidentes que lo sucedieron, como Sarmiento, Avellaneda, Roca y Juárez Celman, fueran oriundos de las provincias, no significa en forma alguna que el dominio de Buenos Aires sobre la región peligrara. Más bien habría que decir que esos presidentes fueron conquistados por Buenos Aires, y consagraron su gobierno y sus iniciativas al fortalecimiento del dominio y prosperidad de esta ciudad. En 1880 esa hegemonía fue reconocida formalmente y Buenos Aires quedó convertida en distrito federal y residencia permanente de las autoridades nacionales. En adelante lo fundamental de la lucha entre Buenos Aires y las provincias perdería progresivamente importancia en el desarrollo nacional. La brecha que separaba Buenos Aires de las provincias en cultura, modos de vida y tendencias era tremenda, pero su predominio económico y político sobre la nación sólo podía ser vigorizado
por los acontecimientos futuros.

Esta monografía investiga partes aún no muy conocidas de la historiografía argentina actual. Los que estudiaron la historia
argentina se consagraron particularmente a los períodos del virreinato y de la independencia, y en menor grado al período rosista. Los hechos y la interpretación de la historia posterior al derribamiento de Rosas siguen aún investigándose. Por consiguiente, los estudios sobre los distintos aspectos de los eventos posteriores a 1852 son relativamente escasos en monografías o compilaciones.

Necesariamente, son numerosos los problemas que se plantean en la investigación como son limitadas las conclusiones a que
se puede arribar sobre este período. El problema más importante es el de la documentación. En forma similar a lo que ocurre en otras ramas de la historia moderna, la documentación es tan voluminosa y desorganizada que el historiador se ve obligado a consagrarse a la tarea de compilar y catalogar todos estos testimonios. Las fuentes a que se debió recurrir para este estudio
incluyen periódicos, documentos pertenecientes al gobierno, memorias de archivos públicos o privados, e informes de los cónsules y agentes diplomáticos extranjeros a sus gobiernos.

La importancia que tienen los periódicos para un análisis de la historia política y económica es considerable. En Buenos Aires
dos periódicos que aparecían diariamente, La Tribuna y El Nacional, y en Paraná, el diario oficial de la Confederación, El Nacional Argentino, nos proporcionan los testimonios que en forma ininterrumpida cubren la década que examinamos. Más significativos por las opiniones y las tendencias que representaban son los innumerables periódicos que aparecieron, tanto en Buenos Aires como en las provincias, durante unos pocos años, o a veces sólo escasas semanas, y luego desaparecieron. Los editoriales que Mitre escribió para Los Debates en 1852 arrojan una luz esclarecedora sobre la separación de Buenos Aires y la Confederación. El periódico porteño La Reforma Pacífica, que apareció en forma intermitente durante esos diez años y expuso las opiniones del Partido Federal en la provincia, aclara y nos hace comprender las divisiones políticas de Buenos Aires. Estudiando El Imparcial de Cordoba percibimos y nos dames cuenta de los sentimientos en favor de los porteños o del elemento liberal en las provincias. En total, aproximadamente 180 periódicos, que representan los distintos intereses políticos y económicos, fueron publicados en la Argentina durante esa década.

Gran número de documentos oficiales del gobierno se han editado, como los debates de las cámaras nacionales y provinciales, algunas Memorias de los ministerios nacionales y provinciales, los Informes que se referían a algunos problemas contemporáneos, los resúmenes de estos mismos informes que en forma breve exponían la acción gubernamental en los terrenos de
la educación, de los ferrocarriles y de las intervenciones, el Rejistro Nacional que incluía todos los decretos nacionales, los tratados y leyes, y un similar Registro Oficial para la provincia de Buenos Aires. Los documentos manuscritos del gobierno están dispersos y son muy difíciles de localizar. La mayor parte de los documentos concernientes a la provincia de Buenos Aires para esta década se puede hallar en el Archivo General de la Nación. Una parte muy considerable de la documentación pertinente a la Confederación y al gobierno nacional fue destruida por un incendio que tuvo lugar en los archivos del gobierno en junio de 1867, y probablemente en las reorganizaciones posteriores al incendio muchos más se perdieron.

Los archivos públicos y privados suministraron el material más valioso perteneciente a la escena contemporánea. Los documentos privados y públicos de las dos figuras políticas más relevantes de esos diez años, Justo José de Urquiza y Bartolomé Mitre, se conservan en los archivos nacionales. La colección de documentos y testimonios de Urquiza, que cuenta con unas veinticinco mil piezas para la década en cuestión, se halla en el Archivo General de la Nación (AGN-AU). El Museo Mitre (MM) posee unas mil quinientas cartas de importancia sobre ese período, fuera de las publicadas en el archivo del General Mitre. Algunas otras colecciones relativas a estos diez años fueron a parar a los archives públicos; merecen especialmente mencionarse los documentos de Salvador María del Carril (AGN-Archivo Carril), Juan A. Gelly y Obes (AGN-Archivo Gelly y Obes), Tomás Guido (AGN-Archivo Guido), Juan María Gutiérrez (Biblioteca del Congreso), Hilario Lagos (AGN-Archivo Lagos), Jose María Paz (AGN-Archivo Paz), Ignacio Rivas (AGN-Archivo Rivas) y Domingo F. Sarmiento (Muuseo Histórico Sarmiento). Naturalmente existen innúmeros archivos privados, pero los problemas que presentan la desorganización, la falta de interés y el acceso difícil ponen grandes obstáculos a su utilización. Para ese período son de particular importancia y merecen ser especialmente elogiados por su inmejorable condición los archivos de Rufino de Elizalde, Pastor Obligado y Wenceslao Paunero.

Los observadores extranjeros agregaron sus opiniones, si bien limitadas, sobre el desarrollo nacional. Además de los relatos de viajeros que se han publicado, los informes políticos y comerciales de los cónsules y ministros en la Argentina suministran puntos de vista y detalles esclarecedores. Muy útiles sobre este particular son los diez volúmenes manuscritos que contienen los despachos e instrucciones de los Estados Unidos relativos a esta década (M 69 y M 70) y los setenta volúmenes de los informes del British Foreign Office (FO 6 y FO 59).

INDICE
Introducción
I- UN CONFLICTO DEFINIDO
Las consecuencias de Caseros
El Acuerdo de San Nicolás y los Debates de Junio
La Revolución de Septiembre
El Tratado del 9 de Marzo y la actitud de Urquiza
II- UN PAIS DIVIDIDO
La armazón política de las provincias
La armazón política de Buenos Aires. El Estado
Tensiones, tratados y conflictos
La ruptura
Estudios sobre economías comparadas
La política coercitiva de Urquiza
Los poderes europeos
La escena política porteña. La elección de 1857
Las potencias del Río de la Plata
III- LA PUJA POR EL PODER
La búsqueda de aliados
Ecos presidenciales. San Juan
La lucha se entabla nuevamente. La movilización a lo largo del Arroyo del Medio
Intentos finales de mediación
Cepeda y el Pacto del ll de noviembre
Los meses críticos
El Pacto de junio
La fachada de la nacionalidad
IV- LA VICTORIA PORTEÑA
Deliberaciones y desacuerdos. Corrientes y San Juan
Tormenta en el Congreso
Hacia Pavón
Las consecuencias de Pavón
La reorganización nacional. El poder ejecutivo nacional
Conclusión
Bibliografía