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Ed. Trotta, año 2017. Tamaño 23,5 x 15 cm. Traducción, introducción y notas críticas de Jesús Padilla Gálvez. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 326
Las Investigaciones filosóficas son consideradas una de las obras cumbre de la filosofía del siglo XX. En ellas se
dilucidan numerosos problemas del lenguaje ordinario que afectan directamente a nuestro razonamiento y, por ende, a nuestra manera de conocer los acontecimientos. El libro centra su atención en el estudio del carácter simbó1ico, la regularidad, las técnicas en la variación, el gesto o la expresividad del lenguaje, y analiza la estrecha relación entre la reflexión acerca de la expresión lingüística que usamos ordinariamente y el trabajo conceptual que produce una amplia gama de juegos de lenguaje. Wittgenstein despliega múltiples argumentos en el ámbito semántico, gramatical y formal que conciernen directamente al uso del lenguaje. El empleo que hacemos del lenguaje oculta toda una mitología que dificulta nuestro avance en el conocimiento. Este hecho invierte el orden y altera el funcionamiento de ámbitos tan dispares como pueden ser la filosofía de la mente o la resolución de problemas matemáticos. Según Wittgenstein, muchas de las confusiones conceptuales que se han ido generando desde hace miles de años se asientan sobre el uso y abuso de nuestro lenguaje ordinario y originan, a su vez, ciertos pseudoproblemas filosóficos. Desenmascarar las tergiversaciones estructurales incrustadas en el lenguaje con las que se producen ciertas imágenes reiterativas y distorsionantes es uno de los fines de este libro. Si se considera una obra cumbre de la prosa filosófica escrita en lengua alemana, es porque descubre las trampas que se han ido acumulando desde el origen de la filosofía y que han generado sinsentidos
filosóficos asentados sobre confusiones conceptuales y estructuras gramaticales que fuerzan nuestro lenguaje.
Dicho esto, quedaría por aclarar dónde se enmarca este libro en la tradición filosófica. Para dar respuesta a este problema se ha sugerido que Wittgenstein podría haber postulado un cierto nominalismo. De hecho, él mismo indica en su obra que no está interesado en investigar los fenómenos sino que sus indagaciones se restringen al estudio de la determinación conceptual y su uso gramatical. Por ello, sus observaciones se circunscriben al uso de las palabras. Naturalmente, se podría conjeturar que el método diseñado por él peca de nominalista. Sin embargo, esta apreciación es inoportuna ya que Wittgenstein sugiere que su propuesta no comete el error de interpretar todas las palabras como nombres. De hecho, señala que si se tradujesen todos los términos y expresiones a meros nombres, sería imposible describir el uso que hacen los hablantes en el lenguaje ordinario. El nominalismo stricto sensu
presenta, pues, un vínculo engañoso con la propuesta diseñada por nuestro autor. Y, para que no quepa duda de su método de trabajo, se encarga de mostrar qué términos tan supuestamente egocéntricos como «dolor» han tenido que ser adquiridos mediante el lenguaje cuando se usa correctamente.
Este breve bosquejo debe poner al lector en guardia ante los grados de dificultad a los que se enfrenta la lectura de este libro. La mera adscripción a una corriente del pensamiento occidental ha sido engañosa y poco fructífera. Por todo ello se recomienda hacer cuantas lecturas sean necesarias sin poner epígrafes o cabeceras que están condenados al fracaso. Es conveniente centrar la mirada en los temas tratados y en el modo de trabajar de nuestro autor. El lenguaje filosófico de las Investigaciones filosóficas exige una ralentización de la lectura, como seguidamente advertiremos. Esta lectura no es obvia, ya que no se escribe para complacer al lector, sino que genera innumerables trampas para que el lector se percate del riesgo que corre cuando usa el lenguaje. No es un libro de encargo; tampoco de compromiso, ni se inscribe en lo estrictamente académico. Es un escritor comprometido y sus inconvenientes surgen de la disonancia, el modo de conducción de los argumentos, la constante variación, la rápida secuencia de elementos aparentemente heterogéneos. Es un libro que difícilmente puede ser elaborado en la institución académica como hasta ahora ha sido concebida la Universidad y que requiere un nuevo espacio de lectura. En esta Introducción pretendo indicar algunas líneas maestras para señalar el proceso introspectivo de lectura que se demanda para comprender estas páginas.
Lo primero que el lector observa es que el libro está escrito por lo general mediante aforismos. Wittgenstein entiende que la brevedad suele inducir perplejidad en el lector. Los aforismos se asientan sobre un minimalismo expresivo en el que se da especial relevancia a la economía comunicativa, la concisión, la intensidad y la agudeza, por lo que su autor se convierte en un maestro del uso del punto y aparte. Este aspecto juega un papel sumamente importante en la discusión. De hecho, Wittgenstein indica que el signo de aserción fregeano enfatiza el inicio de la oración desempeñando con ello un cometido similar al del punto final.
Dicha aclaración distingue el período completo de la oración dentro del período. Los lectores de la obra deben, pues, captar los períodos completos en el marco del período temático. Un error reiterativo en la recepción de la obra consiste en citar cualquier pasaje sin hacer referencia al inicio o al final del período, por lo que dicha cita se vuelve incomprensible por carecer de contexto. Por tanto, el lector debe hacer el esfuerzo por contextualizar la argumentación. Este asunto es sumamente complejo y
no siempre ha sido tenido en cuenta, como más tarde indicaremos. Además, el texto es más complejo que la obra primeriza de Wittgenstein, ya que para entender el argumento hemos de trasladar constantemente el modelo wittgensteiniano a la estructura dialógica desarrollada por Platón. Así, por ejemplo, Wittgenstein afirma lo siguiente:
«El lenguaje (o el pensamiento) es algo único» – esto se revela como superstición (¡no error!) producida justamente por ilusiones gramaticales.
Y ahora, lo imponente recae sobre esas ilusiones, sobre los problemas.
El examen pertinente sería el siguiente:
«El lenguaje (o el pensamiento) es algo único»
– esto se revela como superstición (¡no error!) producida justamente por ilusiones gramaticales.
Y ahora, lo imponente recae sobre eras ilusiones, sobre los problemas.
En el texto hay tres voces de personajes no identificados. La primera voz expresa una tesis entrecomillada. El hecho de que Wittgenstein use las comillas indica que se trata de un texto original, cuya procedencia no ha sido precisada hasta la fecha. (En el texto hemos podido identificar algunas citas literales). Seguidamente, un segundo interlocutor comenta la cita y advierte que si bien la tesis citada adolece de ser una superstición, sin embargo, no por ello podemos decir que sea equivocada. La mayoría de
las veces el lector debe percatarse de si Wittgenstein expone su punto de vista o de si simplemente se trata de una frase irónica; de si se presenta una máxima o se despliega una propuesta. La superstición se sustenta en ciertas simulaciones que se hacen al aplicar las estructuras gramaticales del lenguaje natural; sin embargo, no por ello han de ser equívocas ya que, por ejemplo, una metáfora puede transgredir nuestra estructura gramatical sin que su contenido sea desafortunado. Finalmente, una tercera voz -probablemente, la de Wittgenstein- nos advierte de que debemos centrarnos en el estudio de las ilusiones gramaticales para superar la quimera y credulidad que generan las estructuras supersticiosas. Uno de los problemas más importantes cuando leemos las Investigaciones filosóficas es reconocer las voces que aparecen en el libro y distinguirlas de las críticas y observaciones que realiza el propio Wittgenstein. En la bibliografía secundaria se comete reiteradamente el error de confundir la voz original con los ecos citados. Muchos de los trabajos atribuyen a nuestro autor lo que él mismo critica.
Pronto observará el lector que Wittgenstein «reflexiona» sobre el orden gramatical. Las palabras usadas, en su conjunto, se presentan como experiencias lingüísticas transgresoras. Esto se comprueba fácilmente por el uso constante de rayas. En la traducción al castellano intentamos mantener las asociaciones fonéticas de escaso curso y la adopción de una selección léxica propia. Si bien Wittgenstein usa términos del lenguaje natural para expresar problemas filosóficos y rehúye los tecnicismos, sin
embargo no por ello resulta ser un filósofo poco refinado. Uno de los mayores errores que comete la bibliografía secundaria es el de conjeturar que los aforismos son un tipo de prosa -digamos- como de urgencia; algo así como ocurrencias apuntadas
precipitadamente en un libro de notas. Como veremos posteriormente, la multitud de versiones que Wittgenstein escribió a lo largo de dieciséis años nos muestra que estamos ante un orden muy estudiado de períodos temáticos (Wittgenstein no glosa sus pensamientos, sin embargo, los presenta ordenadamente. El lector ha de poner especial cuidado en captar dicho orden). Wittgenstein usa el aforismo contra el pensamiento totalizante. Los argumentos quedan, a veces, «abiertos», lo que genera un debate consigo mismo, que debe rebatir ulteriormente. Otras veces, los deja en suspenso, introduce un nuevo aforismo, prosigue y avanza. La escritura, por tanto, depende del contexto. Wittgenstein pretende que el texto carezca de univocidad y que tienda a ser plurívoco de forma generalizada. Por todo ello las Investigaciones filosóficas exigen la acción del lector, lo cual es subrayado en el Prólogo al usar el modo subjuntivo y afirmar: «No quisiera con mi escrito ahorrarles a otros el pensar. Acaso, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios».
Uno de los «sujetos» identificados que el libro critica es el idealismo, pues Wittgenstein exhibe escrupulosas objeciones contra el lenguaje usado por éste. Según la tradición idealista, los conceptos han de ser considerados entidades independientes de otras entidades naturales o sociales que no son conceptuales. Por tanto, el significado de los conceptos usados en nuestro lenguaje es independiente de los sujetos naturales así como de las instituciones sociales. Wittgenstein se encarga de invalidar dicho
planteamiento en dos esferas donde el idealismo se afincó desde el inicio de la filosofía: las matemáticas y la filosofía de la mente. Para ello despliega su razonamiento mostrando las falacias sobre las que se asienta esta propuesta. Rechaza el proyecto metafísico por ser oscuro y violar constantemenre los principios de identidad.
También examina la posición de G. Frege. Según el realismo, los conceptos han de ser analizados en términos de propiedades no-representacionales de entidades naturales o sociales. Por esta razón se considera el significado de los predicados o los conceptos en enunciados estructurados alrededor de un sujeto y un predicado, o más exactamente, la función y el concepto. Dicha opción permitió desarrollar una teoría ontológica. Frege postuló que en toda aserción hay incrustada una suposición que es aquello
que se asevera(S 22). Wittgenstein, sin embargo, denuncia que aquello que se asevera no se puede identificar con ningún juego de lenguaje, por lo que entiende que esta aseveración es superflua a su vez. De hecho, el realismo tiene serias dificultades para identificar el significado de un quehacer tan espontáneo coma canturrear una canción. Si quisiéramos saber a qué corresponde el significado de la canción, el realista nos sugeriría que se trata de identificar el contenido de las frases expresadas en voz alta en el canto; sin embargo, se le escaparía identificar las pausas, las reprobaciones, lo expresado explícitamente y, además, si hacemos el esfuerzo de exhibir la oración por escrito y usando los puntos suspensivos, generaría agramaticalidad.
Los especialistas en la obra de Wittgenstein nos hemos concentrado en los últimos decenios en investigar los manuscritos que se encuentran en la Universidad de Cambridge y en la Biblioteca Nacional de Austria. Se ha llevado a cabo un estudio pormenorizado de las ediciones publicadas hasta la fecha, encontrando múltiples errores en el texto alemán editado, que no se corresponde con los manuscritos originales. Por ello, era obligado subsanar estos descuidos y tenerlos en cuenta en la traducción al castellano.
CONTENIDO
Introducción, por Jesús Padilla Gálvez
1- Investigaciones filosóficas
2- Filosofía de la psicología – Un fragmento (Previamente conocido como Parte II)
Indice de materias