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Ed. Fausto, año 1975. Traducción de Floreal Mazía. Introducción y Revisión Técnica de Jaime Rest. Estado: Usado muy Bueno. Cantidad de páginas: 366
«Los elementos de horror alcanzan una nueva virulencia literaria en la obra de Matthew Gregory Lewis (1773-1818), cuya novela El Monje (1796) alcanzó una gran popularidad granjeándole a su autor el apodo de Lewis «el monje». Este joven escritor, educado en Alemania y saturado del amplio bagaje folklórico teutón, se inclinó hacia los elementos terroríficos en imágenes mucho más violentas que cuanto pudo atreverse a hacerlo Mrs. Radcliffe, su predecesora. Y el resultado fue una obra maestra de verdadera pesadilla cuyos elementos generales de corte gótico están condimentados con un cúmulo de rasgos macabros.
La novela presenta a un monje español llamado Ambrosio, quien pasa de un estado profundamente virtuoso a ser tentado por el demonio bajo la apariencia de la doncella Matilde. Finalmente, Ambrosio, condenado a morir por la Inquisición, consigue escapar al castigo a costa de vender su alma al demonio, ya que, de todos modos, tiene perdidos el cuerpo y el alma.
Tan pronto como el malicioso demonio lo lleva a un lugar solitario, le dice que le ha vendido su alma en vano por cuanto tanto el perdón como la posibilidad de salvarse estaban muy próximos en el momento de su espantoso trato, y completa su sardónica traición reprochándole sus crímenes y arrojándolo por un precipicio del que su alma se aleja, perdida para siempre. La novela encierra varias descripciones tremendamente escalofriantes como, por ejemplo, la evocación del subterráneo existente por debajo del cementerio del convento, el incendio del monasterio y la muerte del desventurado abad.
En las catacumbas donde el marqués de las Cisternas se encuentra con el espectro de su antepasada La Monja Sanguinaria, el autor nos presenta varias pinceladas estremecedoras, sin hablar de la aparición del espectro a la cabecera del lecho del marqués y del cabalístico ritual mediante el cual el Judío Errante le ayuda a descubrir y alejar a su fantasmal atormentador».
H. P. Lovecraft