Ed. Funesiana, año 2012. Tapa dura. Tamaño 22 x 16 cm. Edición y corrección de Lucas Oliveira. Ilustraciones de Teodoro Piotti. Estado: Usado impecable, como nuevo. Cantidad de páginas: 224
Esta versión fue adaptada de la que está colgada en el sitio
http://www.elinterpretador.net/30Raul Baron Biza-ElDerechoDeMatar.html
¡Oh, mujer! Para lograr una figura
tan bella y un corazón tan duro,
¿qué dios del Olimpo se ayunó con la hiena?
Aclaremos, lector: no quiero, ni debo engañarte. No necesito tu aplauso, no temo a tu abrazo, ni me hace falta tu dinero. Estoy más allá del oro y de la fama, más allá de esa fe que te hace creer sincera la caricia de tu hembra y la mano de tu amigo. No tengo trazas de Cristo ni vehemencias de profeta. Si mides mi libro con la vara mediocre del catecismo de tu vida dejará en tu alma un acre sabor de inmoralidad. Será inmoral porque te mostrará su maravilloso pubis y sus erguidos senos y habrá de hablar desde el fondo oscuro del protoplasma. Inmoral quizás, porque te recordará, cuando ello sea necesario, que defecas diariamente.
Te hará dudar de tu Dios.
Te enseñará a escupir sobre el Código de la Sociedad y de la ley, de esa ley dictada por viejos sicalípticos, seniles, decrépitos y repletos. Te hará dudar de ti mismo.
Si no tienes coraje, déjalo. Hay en él cátedra de muerte, tribuna de revolución, escuela de crimen, remansos de odio, crimen y sadismo fruto sólo de la simiente que los hombres, mis hermanos, arrojaron en mi alma.
No fue escrito para las muchedumbres endebles ni para los mercaderes disfrazados de rotativos ni para los maestros en técnica ni los policías ni para los que visten la toga de la estupidez a modo de ciencia.
Todos los libros encuentra un rincón en las bibliotecas. El mío no lo encontrará nunca porque no lo busca. Porque no lo quiere, porque no es veneno que ha de guardarse en ampolletas. Si ese hubiera de ser su destino, no lo habría escrito. Tampoco necesita encuadernarse para adornar boudoir ni sirve de solaz a semivírgenes.
Va a corretear salvaje en el cerebro de la humanidad, a gritarte en la noche triste de tu cama fría o mentida la verdad que conoces y callas. Va a retozar en las cavernas de tus pulmones como lo hacen los bacilos de Koch, como lo hacen en tus venas las espiroquetas pálidas que te brindaron como herencia tus mayores, cuando volcaron generosos en tus vasos sanguíneos el residuo de los suyos.
Está hecho para los harapos, para lo hijos de nadie, para los mal nacidos, para los que tienen por cabecera el tarro de basura, para los que no tienen Dios, ni hembra. Para los vagabundos que sueñan mirando al sol en los suburbios de las ciudades esperando el nuevo amanecer y que más tarde disputan, a los perros, los huesos que arrojaron los sirvientes, y que rechazarían las Quiquís y las Lulús.
Son hojas destinadas a las prostitutas sin cartilla, los presidiarios que no llevan número, los Jueces y quizás las colegialas. No te engaño, porque si así lo hiciera, pretendería engañarme a mí mismo.
En sus páginas, como ante el calidoscopio, desfilarán esperanzas muertas, jirones de una vida, de un corazón y de un cerebro. Un corazón y cerebro a semejanza del tuyo, que va a mostrarte sus lacras y sus bellezas, que desplegará ante tus ojos, el abanico de sus lepras y sus virtudes. He nacido rebelde, revolucionario, como otros nacen proxenetas o cornudos. Alma que no busca el alma hermana. No te pido respeto ni mofa. No me interesa. Estoy por encima de tu admiración o de tu burla. No espero ni tu aceptación ni tu rechazo.
Voy hacia ti sin que me llames, seguro de mí mismo.