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Ed. UQBAR, año 2009. Tamaño 22,5 x 15,5 cm. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 138
Hace cuarenta años, un grupo de jóvenes realizadores chilenos enfrentó el desafío de hacer una película de ficción acerca de ur famoso caso policial. Desde entonces, El Chacal de Nahueltoro (1969), de Miguel Littin. permanece como una sobrecogedora fantasmagoría cinematográfica, agitándose como una extraña presencia. De pronto la película puede alejarse de pantalla, pero no pasa mucho tiempo sin que vuelva a dejar su impronta.
La recopilación de los siguientes cinco textos de un grupo de académicos de la Escuela de Cine de la Universidad de Valparaíso, originados en un proyecto de investigación del Fondo de Fomento Audiovisual del Consejo del Arte y la Industria Audiovisual, es una prueba más de la sorprendente vigencia de una película que ha sobrevivido a los cambios políticos, sociales y culturales de nuestro país. Algo nos está indicando esta travesía de cuatro décadas.
El Chile cinematográfico no tiene una vertiente de investigación teórica que vaya de la mano con el fuerte impulso material e industrial que actualmente experimenta el medio audiovisual. Lo curioso es que este fenómeno es de larga data y se manifiesta en la escasísima tradición bibliográfica que se acumula a lo largo de la historia del cine chileno. Una cultura propiamente cineclubista o la práctica de una cinefilia que se exprese a través de revistas, libros y periódicos es un campo de exploración más bien periférico y marginal. Que esta realidad sea poco ruidosa no significa que sea inexistente ni menos aún que no pueda de vez en cuando proponer apasionantes pesquisas y hallazgos.
El texto Realismo y lenguaje en El Chaca! de Nahueltoro de Udo Jacobsen entra a considerar diversas soluciones de construcción dramática en un filme. Moldear la realidad supone elaborar un discurso acerca de la invisibilidad del montaje como dispositivo destinado a construir determinadas retóricas. Jacobsen aborda los capítulos 1 y 2 de la película de Littin bajo la óptica del paralelismo en la vida del personaje de José del Carmen Valenzuela para luego observar los capítulos 3 al 5 bajo un orden lineal.
La fatalidad de quien se convirtió en asesino múltiple nos conduce a manejar el concepto de falso documental, donde necesariamente debiéramos abrirnos a considerar la intención del director de la película. La observación de una estructura jazzística en el devenir de las imágenes nos traslada a una zona de contornos mixtos, a medio camino entre la ficción y la no ficción. Jacobsen conecta estas indagaciones remontándose a las prácticas históricas de la imagen en movimiento, para desde ahí interrogarse acerca de los mecanismos narrativos que pone en acción el filme.
Los vínculos entre realidad y ficción son examinados en La significancia documental en el filme El Chacal de Nahueltoro de Migue Littin (1969), de Guillermo González. El texto enfoca las evidencias de la historia, partiendo por los expedientes judiciales convertidos en soporte narrativo. La dependencia respecto a un guión de base documental, tendría el propósito de integrar la imaginería cinematográfica al crudo registro de lo verdaderamente ocurrido. González destaca la sorprendente identificación del actor Nelson Villagra y el personaje del Chacal, que con el tiempo han terminado extrañamente mimetizados.
El estatuto del documental se pone en el centro de atención, cuando la película se enfrenta a la reconstrucción de los hechos. De ahí a la mitología hay un paso, como se ha comprobado al ubicar al Chacal en el corazón mismo de la cultura popular chilena. El legado de la película de Littin a lo largo de cuarenta años se verifica, entonces, como documento, memoria y archivo.
Con respaldo de fotogramas que definen la incorporación del personaje del Chacal al universo significante de la pantalla, Puesta en cuadro, mímesis y superposición en el trabajo del actor en El Chacal de Nahueltoro, de Rodrigo Cepeda Ortiz, nos aproxima al trabajo artístico de Nelson Villagra, derivando luego al personaje colectivo del pueblo. Muy pertinente es situar el contexto de época como determinante en la concreción de un proyecto de las características de El Chacal de Nahueltoro: el Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile, el Canal 9 de Televisión de la misma casa de estudios, los Mimos de Noisvander y el Teatro de la Universidad de Concepción, instancias donde se respiró el espíritu de la década del sesenta.
El texto de Cepeda también actualiza el método stanivslavskiano de la relación actor-director, como igualmente la yuxtaposición de planos, técnica identificada con la teoría del montaje eisensteniano, imposible de no asociar a la compaginación narrativa de la película de Littin.
En su texto Cine y desmitologización, Sergio Navarro Mayorga arranca de la tradición del cine clásico americano con los géneros que ha dado a luz, para analizar las ramificaciones ideológicas del concepto de información y establecer el rechazo al cine costumbrista imperante en el cine chileno de comienzos de los sesenta. Navarro pasa de la información a la indagación, en el momento en que nuestra cinematografía estaba totalmente ajena a los parámetros industriales.
La crisis y descomposición de la oligarquía agraria chilena y la aguda inestabilidad emocional que vive el personaje del Chacal son experiencias interrelacionadas, a la hora de desmontar los mecanismos de lo que Foucalt designa como formaciones discursivas.
Si el cine es un instrumento de observación de la realidad, Edgar Doll Castillo coloca su texto El Chacal de Nahueltoro, la cuestión del realismo. Materiales fílmicos e historia en una zona marcada por la complejidad de la percepción visual. El autor se desplaza por la noción baziniana del realismo espacial, en todo lo que tiene el cine de vehículo para registrar la existencia innegable de criaturas y objetos.
Para acceder al filme de Littin, las categorías de subdesarrollo y tercermundismo nos traen referencias claves, de la misma manera que el recorrido por los principales hitos del cine latinoamericano de los años sesenta. El nexo histórico con el viejo régimen de los inquilinos y siervos, la hacienda chilena y el régimen de peón-gañán, terminan por dibujar el necesario paisaje histórico del cual arranca el personaje de José del Carmen Valenzuela.
La lectura de estos textos académicos nos abre una insospechada ventana para inmiscuirnos en la trágica existencia de un ser que la imaginería de crónica roja tildó de «Chacal». En agrestes parajes rurales, contemplamos el transcurrir de un mundo que se nos revela clausurado al porvenir. El popular canaca nacido en el arroyo sureño, lleva cuarenta años recordándonos nuestros sombríos orígenes.
INDICE
Presentación, de Alfredo Barría Troncoso
Prólogo, por Sergio Navarro Mayorga
1- Realismo y lenguaje en El Chacal de Nahueltoro
Udo Jacobsen Camus
2- El Documento de Nahueltoro: la significancia documental en el filme El Chacal de Nahueltoro (1969) de Miguel Littin
Guilolermo González Stambuk
3- Puesta en cuadro, mímesis y superposición: el trabajo del actor en El Chacal de Nahueltoro
Rodrigo Cepeda Ruiz
4- Cine y desmitologización
Sergio Navarro Mayorga
5- El Chacal de Nahueltoro. La cuestión del realismo, materiales fílmicos e historia
Edgar Doll Castillo
ANEXO
Sobre el filme y su producción
Fragmento de la Mesa Redonda sobre El Chacal de Nahueltoro organizada por el equipo de investigadores en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar 2008
Al cierre
Bibliografía
Películas citadas