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Ed. Paidós, año 1999. Tamaño 22,5 x 13,5 cm. Estado: Usado muy bueno. Cantidad de páginas: 232

Diseño y comunicación 001Por Leonor Arfuch

La reflexión sobre el lugar del diseño en la sociedad contemporánea se enfrenta con una situación paradójica: por un lado, la certeza de que se trata de una configuración simbólica cuya pregnancia en los objetos, la imagen del mundo que nos rodea y hasta el hábito de nuestra percepción es, como la biblioteca borgeana, «ilimitada y periódica»; por el otro, la perplejidad frente a la definición de ese campo evanescente, que se resiste al trazado de un mapa conceptual.

La importancia del fenómeno guarda entonces relación directa con la dificultad de su caracterización: no hay acuerdo sobre su genealogía, sus vertientes y sus incumbencias, sus especificidades actuales y sus apuestas futuras. Remitiéndonos específicamente al diseño gráfico, para algunos su historia se remonta a las cuevas de Altamira, a esa cualidad gráfica que, juntamente con el lenguaje, podría interpretarse como signo de lo humano. Para otros, su nacimiento se inscribe en los albores del siglo, de la mano de las vanguardias artísticas, y hay aun quienes consideran que su concepto actual se delinea recién en la segunda posguerra, con el despliegue en gran escala de la industria y de los medios de comunicación.

Tampoco su delimitación es materia acordada: ¿se trata de un campo específico o de una variante de las artes plásticas, de la arquitectura, de la publicidad, de la comunicación visual? ¿Es una disciplina, una técnica, un terreno de inspiración estética, un oficio, una profesión? Litigios que involucran racionalidades y prácticas diferentes, no exentas, sin embargo, de posible articulación.

Pese a las divergencias, hay un aspecto que aparece reiteradamente en unas y otras posiciones: la falta de teoría, de una reflexión propia o pertinentemente «apropiada» de ciertas disciplinas afines, la carencia de un aparato crítico, la escasa articulación con otros saberes. Esta debilidad conceptual sería, para algunos, la causa de prácticas ingenuas, o bien de confusiones e indecisiones, en un campo que es visto a menudo como eminentemente «decisional».

Otra cuestión que insiste en diversos discursos es la relación entre la especificidad del diseño y el conjunto de las prácticas sociales, la comunicación y la cultura. A partir de un relativo consenso sobre su mutua implicación, no aparece, sin embargo, con claridad el grado que asume esa interdependencia, la impronta que dejan los fenómenos de época -no solo aquellos identificables con la lógica de mercado- e inversamente, el protagonismo del diseño respecto de aquéllos.

Hay asimismo un diferendo entre su consideración como un dominio de relativa autonomía, que se inscribe en una herencia de larga duración (la modernidad, la relación configurativa entre arte, técnica y vida cotidiana), y una tendencia a su visualización bajo la hegemonía del mercado y, por ende, sujeto solo al imperativo de una adecuación instrumental.

Tales vacilaciones, que tal vez no difieren mucho de otros replanteos disciplinarios en el fin del siglo, se ponen también de manifiesto, como no podría ser de otra manera, al pensar en la formación académica y profesional. Los programas de las carreras universitarias o de escuelas de altos estudios ofrecen un panorama cuya variedad y diferente acentuación son desconcertantes. Así, puede aparecer según los casos, más cercano a la arquitectura, a la ingeniería, al dibujo o las artes plásticas, a la comunicación o a las nuevas tecnologías. En el umbral, queda también otra cuestión: la de su «pertenencia» técnico/proyectual o su inclusión lisa y llana en el marco de las ciencias sociales.

Estas preocupaciones, entre otras, me llevaron a proyectar este libro, que desde el principio imaginé como un diálogo a varias voces. La propuesta hecha a Norberto Chaves y María del Valle Ledesma, con quienes he compartido un espacio académico en la Universidad de Buenos Aires, fue aceptada con sumo interés, y el texto resultante ofrece un cruce sugerente de perspectivas diversas, donde el objeto «diseño» es construido en puntos de encuentro y también, por qué no, de desencuentro. La estructura temática obedece, ella sí, a un acuerdo previo: el de aportar, desde la particularidad de cada enfoque, a la discusión sobre teorías, especificidades y relaciones, el de colocar la problemática no en una hipotética soledad, sino en sintonía con los interrogantes y desafíos que se plantean en el horizonte de la cultura contemporánea.

Así, las propuestas teóricas que se delinean en el libro no operan en una referencialidad abstracta, en una atemporalidad, sino que retoman la controversia respecto de prácticas, dilemas, sentidos y formas de interpretación.

En este marco, María del Valle Ledesma puntualiza algunos hitos en una historia posible del diseño -marcando cuán arbitraria es toda distinción al respecto-, para introducir las diversas vertientes que confluyen en una posible delimitación actual: la idea del diseño como una impronta transformadora de objetos y relaciones, donde el método proyectual, en su peculiar articulación entre reglas lógicas e intuición estética, es a su vez un factor cultural. Retomando la herencia de las escuelas (la Bauhaus, la de Ulm), la autora las inscribe en un campo más amplio de comunicabilidad semiótica, postulando un paradigma triádico a la manera peirceana: el diseño como proceso que aúna la prefiguración, la materialización proyectual y la habitabilidad social.

Por otra parte, propone una lectura analítica de la comunicación en Diseño Gráfico, instituyendo el concepto de acto regulador, que permitep’ensar el carácter pragmático, inter-subjetivo, del hacer del diseño. De esta manera, el diseño se inscribe en la esfera de la acción, más allá de su productividad en tanto «mensaje», involucrando tanto al intérprete, c0omo al context0o comunicativo en cuestión, y también al soporte específico en el cual se realiza. Distinción que lleva a visualizar la multiplicidad de las superficies donde circula la marca del diseño, y hasta qué punto es ella indisociable de la comunicación massmediática en sentido amplio. En esta óptica, el diseño se inscribiría de pleno derecho en las formas contemporáneas de la comunicación visual, aun cuando de ninguna manera agote en sí mismo la productividad de dicho campo. Esta centralidad otorgada a la comunicación, juntamenjte con el despliegue de las tecnologías y del propio dominio de incumbencias, que complejiza cada vez más la práctica, es lo que ha transformado, para Ledesma, el estatuto del diseñador, distanciándolo de la figura del artista, tal como aparecía en su instauración temprana.

También Norberto Chaves reflexiona en torno de esta distinción (el diseñador como comunicdor vs. el artista), organizando su trabajo alrededor del concepto de disfunción, donde la frecuente confusión entre «arte aplicado» y «técnica de comunicación», para él dos vertientes bien diferenciadas de la práctica del diseño, lleva a equívocos en la relación profesional y a una insuficiente respuesta a las solicitaciones del mercado. Enfrentado a la creciente complejidad de este último, y a la presión concurrencial, el diseñador ya no podrá apelar simplemente al «diseño directo» sino que deberá realizar un profundo trabajo de investigación y contextualización, para detectar el tipo de problema y la intervención requerida.

La noción de programa estructura esta capacidad de respuesta: un proceso planificador de alta racionalidad y máximo ajuste a los requerimientos y los «hipercondicionamientos» del horizonte industrial/tecnológico contemporáneo. Este programa se caracterizará entonces por la capacidad de integración global, la premeditación, la «frialdad» y la despersonalización del estilo: más que trabajar en la acentuación del «sello» individual, se tratará del uso afinado de todos los recursos y lenguajes disponibles, donde la retórica misma se considerará aleatoria respecto del proceso planificador. El diseño es visto así como una rama del planeamiento de la producción, como una instancia específicamente conceptual y racional de un investimiento de valores semióticos y semánticos: el diseño como «estética de la cultura industrial desarrollada» y el diseñador como un agente cultural sensible a fenómenos de época y capaz de asumir nuevas responsabilidades.

Para Leonor Arfuch, la omnipresencia del diseño en la trama de la cultura es asimismo indisociable de toda reflexión teórica: el modo en que, más allá de los vaivenes del mercado, deja su huella en la cotidianidad, la configuración de identidades y el imaginario social. Sin adherir a la equiparación lisa y llana entre «diseño» y «comunicación», que a menudo traduce una concepción unidireccional centrada en el poder del «emisor», toma partido por una definición más amplia de la comunicación, como una relación dialógica, intersubjetiva, donde es determinante el plano de la recepción, el otro a quien se dirige el enunciado verbal o visual (destinatarios, públicos, audiencias), que en el caso de la práctica del diseño incluye una cadena compleja de mediaciones.

En tanto el diseño es un campo donde se cruzan códigos y herencias diversos, la autora señala la pertinencia de una perspectiva semiótica, capaz de dar cuenta de los significados que se juegan en una pieza de diseño, de analizar de manera contextual su potencialidad semántica y retórica. Así, retomando la noción bajtiniana de género discursivo, postula su utilización, talm vez poco habitual en este espacio, como un principio ordenador de la heterogeneidad, que permite incluso pensar el hacer del diseño según sus diferentes funciones y especializaciones (de la señalética a la imagen corporativa, el diseño editorial, de pantallas, las redes…), no solo en relación con la esfera comunicativa, sus destinatarios, sus procedimientos, sino también en cuanto a su dimensión valorativa, es decir el modo en que se plantea la relación entre estilo, ética y estética, lo cual conlleva una visión del mundo. Finalmente, Arfuch traza ciertas filiaciones del diseño, en la genealogía de la modernidad y las vanguardias artísticas, para analizar luego supervivencias y transformaciones en la sociedad massmediática, la política y los estilos de vida en las urbes contemporáneas.

En estas tres posiciones, bastante diferenciadas, pueden reconocerse, sin embargo, algunos núcleos comunes: el lugar prioritario otorgado a la teoría, la necesidad de una visión comprensiva del fenómeno comunicacional, el interés por aportar a una definición más ajustada del campo y de la disciplina, la reflexión obligada sobre las transformaciones de la época en un mundo de economías y culturas globalizadas. Pero además, curiosamente, parecería que cada texto se hubiera desplegado sobre los umbrales que los otros insinuaban o dejaban en suspenso. Así, y en esto tal vez resida su mayor interés, ofrece un verdadero mapa del territorio, sin pretender, por supuesto, agotar otras posibles topografías. Un mapa construido no en la tranquilidad de límites ya conquistados sino en la confrontación crítica de ideas y paradigmas, lo cual constituye probablemente un intento pionero en este dominio.

INDICE
Introducción, por Leonor Arfuch
I- Diseño Gráfico, ¿un orden necesario?, por María del Valle Ledesma
1- Una mirada al diseño de hoy, desde el diseño de ayer
2- El diseño y la configuración del mundo actual
3- La comunicación, ¿función del diseño gráfico?
4- Nuevos horizontes
Conclusión
Referencias bibliográficas
II- Arte aplicada o técnica de la comunicación: dos vertientes en la práctica del Diseño Gráfico, por Norberto Chaves
Prólogo
1- Los síntomas de una disfunción
-Una conjetura
2- La heterogeneidad de los modelos de producción gráfica
-La heterogeneidad temática
-La heterogeneidad metodológica
–La heterogeneidad cultural
Conclusiones
3- Artes Aplicadas y Diseño: dos modelos
-Las Artes Aplicadas
-El Diseño
-El Diseño Gráfico como arte aplicada
-El Diseño Gráfico como técnica de comunicación
4- La disfunción y sus causas
Empirismo y déficit disciplinar
A modo de diagnóstico
5- Una tendencia
El foco del desarrollo: las áreas de mayor desajuste
El nuevo perfil del diseñador gráfico
El papel de la teoría
III- El diseño en la trama de la cultura: desafíos contemporáneos, por Leonor Arfuch
Presentación
1- Diseño y comunicación: notas sobre una divergencia
2- El diseño en la trama de la cultura. Una propuesta teórica
3- El ahcer delo diseño
4- Diseño y experiencia urbana
-Filiaciones
-Ciudades contemporáneas
A modo de epílogo