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Ed. Blume, año 2012. Tamaño 25,5 x 23,5 cm. Incluye más de 600 reproducciones a color y blanco y negro. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 192
La colección El Arte del Cine no pretende ser un manual de instrucciones. Todos los personajes que aparecen en este libro nos describen sus procesos de creación; no obstante, lo que los hace únicos no se puede aprender ni imitar.
El director de fotografía suele ser el conductor principal del resto de profesionales técnicos que forman parte del equipo. A través de su visor pasa todo lo relacionado con la actuación, la dirección y el diseño; asimismo, las cámaras, la iluminación y el movimiento elegidos por el director de fotografía pueden determinar la historia que se está contando de manera evidente o más sutil.
«No todos los directores son visuales» -confiesa el director de fotografía Ed Lachman- «por eso tienes que ponerte de acuerdo con el director sobre cómo crear ese lenguaje, porque para mí el lenguaje del cine está compuesto de imágenes, que constituyen el telón de fondo del mundo psicológico que se crea para los personajes».
Como se pondrá de relieve en las 16 entrevistas siguientes, no hay dos directores de fotografía iguales: todos ellos son personalidades fascinantes y a menudo excéntricas con opiniones e ideas muy firmes. Es el caso de Vittorio Storaro, una de las leyendas vivas del sector. Sus trabajos hablan por sí solos: El conformista, Último tango en París, Apocalypse Now, Reds, El último emperador y Dick Tracy son solo algunos de ellos. Storaro ha desarrollado toda una filosofía de la iluminación y el color que hace referencia al arte, la literatura y la filosofía de todos los tiempos. Los colores tienen significados específicos en los trabajos de Storaro, y la iluminación está pensada para transmitir un mensaje.
Otros prefieren trabajar de forma espontánea e instintiva, sin diseños de iluminación ni esquemas cromáticos establecidos, dando sentido a la luz y al color en el propio estudio de rodaje. Algunos consideran que los guiones gráficos limitan su creatividad; otros prefieren no trabajar con directores que insisten en ser ellos los que determinan todas las decisiones cinematográficas. A algunos les gusta acudir a la primera reunión con el director con muchas ideas; otros prefieren hablar con el director sin ninguna idea preestablecida. Pero ninguno de ellos quiere que se le encasille en ningún tipo de película o estilo de rodaje.
Lo que todos los directores de fotografía tienen en común es que les encanta trabajar con actores, y la histórica relación especial entre el director de fotografía y los actores sigue siendo la misma. En el estudio de rodaje, los actores son los participantes más vulnerables: mientras actúan frente a la cámara, todo se centra en ellos. El director de fotografía puede facilitarles la vida, haciendo que salgan lo más favorecidos posible y haciéndoles sentir cómodos. En la edad de oro de Hollywood, las grandes estrellas, en especial las actrices de una determinada estatura, dependían completamente del director de fotografía. Esta relación de confianza y complicidad sigue existiendo hoy, en ocasiones incluso a escondidas del director.
En una era en que la mayoría de las entrevistas con los principales talentos de Hollywood son intervenciones
minuciosamente calculadas y estudiadas al detalle por parte de estudios y publicistas, dando como resultado entrevistas anodinas del todo carentes de perspicacia y profundidad, estos directores de fotografía tuvieron un comportamiento muy generoso, dedicando horas y horas a hablar sobre su formación, sus influencias y sus filosofías en restaurantes, cafeterías e incluso sus propios hogares.
La dedicación que todos ellos mostraron durante las charlas sobre cinematografía era, en parte, un intento por aclarar algunas falsas creencias sobre su profesión. A pesar de que tuvieron ocasión de hablar de tipos de
objetivos y otros temas propios del oficio, predominaba la sensación de que, al fin y al cabo, estos debates
deberían pasar a un segundo plano para dejar paso a la respuesta emocional e intuitiva del material y las
actuaciones. Quizás ninguna otra profesión del campo del cine combine con tanta equidad la técnica y la
creatividad como la dirección de fotografía. Un tema recurrente en todas las entrevistas fue la creencia de
que el hecho de dominar las herramientas de rodaje era esencial, pero solo porque si se dominaba esa parte del trabajo, la técnica pasaba a un segundo plano y uno podía dedicarse enteramente a cuestiones artísticas más importantes.
Los directores de fotografía que entrevistamos provenían de entornos muy distintos. Aunque de jóvenes todos ellos tenían pasión por el cine, sus intereses eran diversos: algunos querían ser capitanes de equipos deportivos, fanáticos de la política o aficionados a los efectos especiales o a la fotografía. Algunos de ellos estudiaron en
escuelas de cine, pero otros estudiaron antropología o matemáticas. No obstante, en colectivo, todos estos directores de fotografía hablan del hecho de que cualquier aspirante a artista debe inspirarse en el cúmulo de experiencias que haya tenido a lo largo de su vida. Para Caleb Deschanel, criado en un entorno cuáquero, dirigir la fotografía de La pasión de Cristo tuvo poco que ver con las implicaciones religiosas de la película, sino más bien con la narración de la historia. «Nadie me había enseñado nada sobre Jesús y la Biblia -afirmaba-. Para mí se trataba de una gran historia dramática sobre un héroe que se sacrificaba por el bien de los demás». Otro director de fotografía hubiera enfocado el filme desde otra perspectiva, pero fue precisamente el extraordinario enfoque de Deschanel lo que la hizo tan asombrosa.
El año 2011 fue un aran momento para hablar con algunos de los mejores directores de fotografía del mundo. Los cambios tecnológicos han tenido un impacto notable en la creación de imágenes en movimiento, no sólo por la aparición de las cámaras digitales, sino también por la llegada de la tecnología 3D, que permite a su vez rodar películas en tres dimensiones y convertir las películas 2D EN 3D.
Los directores de fotografía que en su día juraron que no dejarían nunca el rodaje tradicional o que se burlaron del rodaje en tres dimensiones están hoy experimentando con esta nueva tecnología, dado que cada vez es más fácil de usar y los resultados son cada vez de mayor calidad.
Cuando hablamos con él, Doyle acababa de llegar de Japón, del rodaje de su primera película en 3D, Tormented, de Takashi Shimizu. Su experiencia fue reveladora. Se adaptó rápidamente a la cámara y a las tomas como lo hacía siempre. «Me sorprendió muchísimo lo bonito que era, porque puso cuestión todos los prejuicios que tengo sobre el 3D», afirmaba. A lo que añadió que su principal cometido en la película fue evitar que la tecnología se convirtiera en una parte central del proceso y procurar que la historia y la actuación de los protagonistas fueran el núcleo central del filme.
Aunque todos los entrevistados hablan de sus flirteos y sus experimentos con la nueva tecnología, la razón de ser de un director de fotografía es trabajar para el director y para la historia. Y sí, todos los personajes de este libro rezuman vocación artística en personalidades brillantes, pero mientras están rodando se dedican en cuerpo y alma al leit motiv de la película. En un momento u otro de la entrevista, todos hicieron referencia a la historia como la base de todo, e incluso sus experimentos más arriesgados en cuanto a la iluminación y a la oscuridad respondían a lo que la película intentaba expresar o evocar.
En este sentido, la colaboración con los directores es esencial. Muchos de los directores de fotografía que aparecen en este libro han trabajado en multitud de películas de ciertos directores. Vittorio Storaro ha trabajado en múltiples ocasiones con Bernardo Bertolucci, Francis Ford Coppola, Warren Beatty y Carlos Saura a lo largo de su carrera; Prieto lo ha hecho con Alejandro González Iñárritu, Peter Suschitzky y David Cronenberg; y Christopher Doyle con Wong Kar-wai. Todos ellos han forjado una relación profesional especial con sus directores. En ocasiones es no verbal y otras veces es conflictiva, pero suele desembocar en una riqueza visual que combina a la perfección sus talentos con las exigencias de cada relato.
A lo largo de todo el proyecto fueron saliendo los nombres de grandes innovadores y pioneros de la profesión. Por ello hemos incluido el perfil de cinco directores de fotografía. Gregg Toland, Freddie Young, Jack Cardiff, Sven Nykvist y Raoul Coutard son el referente de muchos directores de fotografía actuales. Las secciones dedicadas al legado de estos cinco directores de fotografía pretenden mostrar por qué dejaron huella en su momento y siguen siendo importantes hoy.
A la hora de elegir los entrevistados definitivos, procuramos incluir una amplia variedad de estilos, gustos, edades y ejemplos de películas filmadas con diferentes enfoques y con distintos presupuestos.
CONTENIDO
Introducción
Vilmos Zsigmond
Christopher Doyle
Michael Ballhaus
Legado: James Wong Howe
Ed Lachman
Rodrigo Prieto
Caleb Deschanel
Legado: Raoul Coutard
Vittorio Storaro
Chris Menges
Dion Beebe
Legado: Jack Cardiff
Owen Roizman
Barry Ackroyd
Ellen Kuras
Legado: Sen Nykvist
Peter Suschitzky
Seamus McGarvey
Javier Aguirresarobe
Matthew Libatique
Legado: Freddie Young
Glosario
Créditos de las fotografías