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Ed. Cátedra, año 1994. Tamaño 18,5 x 11,5 cm. Texto fijado, notas y epílogo por Jacques Rolland. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 284

Dios, la muerte y el tiempo, LevinasPor Jacques Rolland

Los textos que vamos a leer aquí reproducen dos cursos impartidos por Emmanuel Levinas durante el año académico 1975-1976, su último año de docencia regular en la Sorbona. Uno de ellos lo dictaba de 10 a ll de la mañana y el otro de 12 a 1, todos los viernes. Esta proximidad en el tiempo representa la concreción de su proximidad fllosófica. Es necesario hacer ciertas observaciones, algunas de las cuales recuperaremos y explicaremos en el epílogo de este volumen.

La proximidad de los dos cursos se explica por el hecho de que, si bien uno aborda el tema cruzado de la muerte y el tiempo y el otro investiga esa «palabra desmesurada» que es el Nombre de Dios, ambos lo hacen al hilo de una explicación del filósofo sobre la cuestión que constituye el núcleo de su pensamiento: la relación interhumana, entendida como relación ética. A partir de ésta,
los tres conceptos que acabamos de nombrar constituyen una cuestión en la obra escrita y determinan la progresión de la palabra pronunciada en estas dos series de lecciones.

Es decir que, aunque no las haya redactado el filósofo, pueden y deben ser consideradas como parte integrante de su obra. Por lo demás, precisemos que pertenecen a la manera (en el sentido que le da un pintor) que, iniciada inmediatamente después de la publicación de Totalité et Infini (1961), encontró su expresión más turbadora, desde el punto de vista filosófico, en la ruda e intrépida Autrement qu’être, ou au-delà de l’essence (1974) y en varios ensayos más breves que, en su mayor parte, han sido recogidos en De Dieu qui vient à l’idée (1982). EI lector tiene derecho a saber (una cuestión de honradez metodológica, diría Maurice Blanchot) que los dos cursos deben estudiarse en muy estrecha relación con los textos de este período.

Cursos que hay que estudiar: detengámonos un instante en este punto. Para subrayar, en primer lugar, que, en la presente edición, nos hemos obligado minuciosamente a conservar su carácter de cursos (con la mención de las fechas, las recuperaciones de una lección a otra, a veces las síntesis, los resúmenes y las digresiones y, en el caso de «Dios y la onto-teo-logía», la incansable repetición de la pregunta); y también porque constituyen una de las escasas huellas de la enseñanzas filosóficas del profesor Levinas.

No creamos, sin embargo, que estas «enseñanza oral» contiene alguna novedad radical, a la manera de Platón, a quien se atribuye una doctrina «esotérica» oral: diferente de la doctrina «exotérica» que nos ha transmitido la tradición textual. No; el caso se acercaría más al de Husserl, cuyos inéditos, según considera Levinas, no aportan nada nuevo respecto a la obra publicada. Pero señalemos inmediatamente que el mismo pensamiento que se expresa en los libros y ensayos antes mencionados se encuentra aquí. Lo cual tiene no poca importancia, en otras palabras, cuando se trata de un pensador tan atento a la cuestión del lenguaje y a la maravilla de la lengua, y puede sorprender cuando se piensa en Heidegger, en el que es difícil, y quizá incluso inútil, distinguir lo que es libro de lo que es curso o, para recordar un título, lo que es ensayo de lo que es conferencia.

En otras palabras, sí, pero doblemente. Porque hay que anunciar al lector, antes de que se sumerja en las páginas de este libro, lo que diferencia ambos cursos, tan próximos entre sí que, a veces, parecen entrar en competencia. Cada uno de ellos plantea, replantea, recupera y repite la cuestión del otro como pregunta dirigida a en el rostro del otro hombre: el verdadero corazón de la obra. Pero el primero lo hace para articular los dos conceptos cuya dureza se mitigó en el mismo momento en que se hicieron conceptos, cuando la filosofía se los apropió –la muerte, el tiempo-, y que después volvieron como cuestiones fundamentales con Hegel y, sobre todo, con Heidegger, obligando a la tarea de pensar a algunos a quienes, a diferencia de Levinas, los heideggerianos no reconocen como filósofos: Kierkegaard, Rosenzweig, Buber, Bergson y otros. Esa es la razón de que el curso se desarrolle, en gran parte, como un diálogo con la tradición filosófica, es decir, en primera persona, con los filósofos acogidos, cada uno, en su (nombre) propio. Caso excepcional en Levinas que, como profesor, quiso enseñar fundamentalmente la historia de la filosofía, pero que, como escritor, sobreentendió esta histria, como si dijéramos, sin «conversar» (por utilizar una expresión sorprendente del segundo curso) con sus interlocutores. El segundo se centra en un concepto único -¡único por excelencia! y, para toda la filosofía, el más alto de los conceptos- del que Heidegger, una vez más, supo demostrar que había apartado el pensamiento de su propia tarea y de su verdadera morada. Que es por excelencia, pero que es en tal medida que oculta el ser y la pregunta que éste último entraña; summum ens -según la denominación clásica o tradicional- que aplasta y ofusca el esse. Indudablemente, responde Levinas.

Pero surge una pregunta: ¿quién ha perdido en este juego? ¿El ser? ¿Dios? Si Heidegger se obstina en demostrar que la respuesta acertada es la primera, Levinas trata de preguntarse acerca de la segunda posibilidad. Como precursor, en cierto modo; porque, aunque la filosofía ha conocido ciertos «instantes de luz» (expresión que figura en la página 10 Autrement qu’être) en los que Dios ha parpadeado como un enigma, la filosofía de origen griego se ha dedicado, sobre todo, a traicionarlo tomándolo por un
fundamento, tomándolo como fundamento. Por ello este segundo curso no avanza disfrazado de diálogo o en forma de conversación sino que, dirigiéndose a la historia de la filosofía tal como hace Levinas en su «enseñanza escrita», despliega fundamentalmente, o intenta articular, este cuestión única. ¡Cara a cara con lo único delante del Unico!

Ello explica, asimismo, por qué cada uno de los dos cursos ha necesitado un aparato de notas de distinto carácter. Para el primero era necesario principalmente localizar y situar las palabras de los pensadores con quienes Levinas se entrevista hasta el infinito, con el fin de restituirles su texto y su nombre. Para el segundo se trataba, ante todo, de explicar algunos de los nudos, giros, posiciones y resplandores de ese paciente ejercicio del pensamiento que es la interrogación. Es necesario advertir al lector (siempre pensando en la «honradez filológica», por recordar a Nietzsche, o, con el espíritu de la escalera, a Gershom Scholem) que éste es el en otras palabras de uno de los ensayos más arriesgados y temiblemente difíciles de toda la obra: Dieu et la philosophie.

INDICE
I- LA MUERTE Y EL TIEMPO
Primeras preguntas
¿Qué sabemos de la muerte?
La muerte del prójimo y la mía
Un paso obligado: Heidegger
La analítica del Dasein
El Dasein y la muerte
Muerte y totalidad del Dasein
El «existir para la muerte» como origen del tiempo
Muerte, angustia y miedo
El tiempo concebido a partir de la muerte
Antes de Heidegger: Bergson
La cuestión radical. Kant contra Heidegger
Lectura de Kant (continuación)
¿Cómo imaginar la nada?
La respuesta de Hegel: La ciencia de la lógica
Lectura de la Lógica (continuaci6n)
De la Lógica a la Fenomenología
Lectura de la Fenomenología (continuaci6n)
El escándalo de la muerte de Hegel a Fink
Otra concepción de la muerte: a partir de Bloch
Lectura de Bloch (continuación)
Lectura de Bloch (fin). Hacia una conclusión
Concebir la muerte a partir del tiempo
Para concluir: Interrogar de nuevo
II- DIOS Y LA ONTO-TEO-LOGIA
Empezar con Heidegger
Ser y sentido
Ser y mundo
Pensar sobre Dios a partir de la ética
El mismo y el otro
La correlación del sujeto-objeto
La cuestión de la subjetividad
Kant y el ideal trascendental
El significado coma decir
La subjetividad ética
Trascendencia, idolatría y secularización
Don Quijote, el embrujo y el hombre
La subjetividad como an-arquía
Libertad y responsabilidad
La relación ética como salida de la ontología
Lo extra-ordinario de la responsabilidad
La sinceridad del Decir
Gloria del infinito y testimonio
Testimonio y ética
De la conciencia al profetismo
Elogio del insomnio
Fuera de la experiencia: La idea cartesiana del infinito
Un Dios «trascendente hasta la ausencia»
EPILOGO
Del otro hombre