Precio y stock a confirmar
Ed.Debate, año 2012. Tamaño 23 x 15 cm. Traducción de Jofre Homedes Beutnagel. Estado: Nuevo. Cantidad de páginas: 362
Las ideas de Catherine Hakim pueden resultar más complejas de lo que a simple vista parecen: su defensa de la belleza, a la vez que su apoyo a la despenalización de la prostitución, van de la mano con su dura crítica al feminismo clásico y la teoría queer –en particular a la obra de Judith Butler, a la que considera “irrelevante y redundante”. Esta visión sociológica de Hakim ha visto la luz con la edición de Capital erótico, ensayo donde plantea estas ideas con la fuerza de cifras, investigación sistemática y reflexión consistente.
El debate de Hakim es multipolar y eso es lo que lo torna rico: su demolición del feminismo es, al mismo tiempo, una daga en la cultura patriarcal machista (ambas terminan apoyando las mismas causas contra la belleza y la sexualidad, afirma). La mirada respecto del empoderamiento de la mujer puede resultar sólida, para la autora, si, lejos de negarse la superficie y lo que el capital erótico trae per se , se lo torna un activo central en ese combate. Allí es donde la propia Hakim también puede ser leída, paradojalmente, como una suerte de feminista o posfeminista.
Resulta clara la filiación y la necesidad de la autora de partir de datos contrastables y no de meras opiniones o “juegos mentales”, allí las cifras son el puntapié inicial para comenzar a repensar esta investigación de la mano de Pierre Bourdieu, espacio donde ella se asienta y lo manifiesta. Alambicada desde una sociología multidisciplinaria, la cientista social británica se explaya en torno a las siete invariantes o elementos del denominado capital erótico, a saber: el atractivo físico (en francés, belle laide o beau laid ), el atractivo sexual o sex-appeal, la gracia o encanto social, la vitalidad (fortaleza física, energía y buen humor), la presentación social (vestimenta, cosmética, look en general), la performance sexual (energía libidinal, habilidad con el partenaire), y, por último, la fertilidad (en ciertas culturas).
A partir de esta combinación de atributos es que Hakim da cuenta del activo personal en torno a lo que se podría denominar una política del deseo, donde se conjugan tradiciones como el libertinismo, el hedonismo, el dandismo o el anarquismo. Sobre estos y otros temas, la autora dialogó y amplió su perspectiva, sin evitar la polémica y justificando su mirada.
-¿Cómo define los atributos centrales del concepto de capital erótico?
-El capital erótico es la combinación del atractivo físico que genera toda interacción social. Si entiende el poder del capital erótico y el potencial que otorga en todas las situaciones sociales, indudablemente será exitoso en el trabajo, sus amistades, la política y la vida privada. La noción de capital erótico está conformada por seis elementos: la belleza facial, el sex appeal (un buen cuerpo), el charme, la vitalidad, la elegancia y la sexualidad. Es imposible definirlo separando estos seis elementos, tiene que comprenderse como un todo. Por ejemplo, los informes más interesantes que he estudiado para mi libro vienen de la Argentina: estos muestran que el atractivo físico y lo social están íntimamente relacionados. Las personas más hermosas tienen mejores habilidades sociales, y viceversa.
-¿En qué sentido las ideas de Pierre Bourdieu influyeron en su investigación?
-Pierre Bourdieu identifica sólo tres características personales: el capital económico (monetario), el capital humano (cualidades y aptitudes) y el capital social (buenos contactos y relaciones). Al ser hombre falló en dar cuenta de la cuarta variable del capital, que es la erótica. Originalmente, yo creí que sólo era importante en las relaciones privadas, pero cuando comencé a investigar descubrí que es importante en el ámbito laboral, los deportes, la política, las artes, el marketing e incluso en las universidades. De hecho, en todas las áreas de la vida.
-¿Cuál es su principal crítica al feminismo clásico?
-Desde que el capital erótico es tan influyente en la vida, tendríamos que preguntarnos porque no fue reconocido por los investigadores sociales (la mayoría son hombres, y ese dato no es menor). La hegemonía patriarcal es la primera explicación. Desafortunadamente, muchas feministas radicales coinciden con la visión patriarcal y machista, y, de alguna manera, paradójicamente terminan apoyando sus ideas que denigran la belleza y la sexualidad.
-Sin embargo, algunas feministas acuerdan con la belleza, o incluso la pornografía y la prostitución, ¿no se siente cercana a esa visión?
-Sí, desde luego, acuerdo con ellas. De todos modos, muestro que los hombres se benefician más del capital erótico que las mujeres. Mi perspectiva va mucho más allá y explica este fenómeno de un modo más comprensivo. Ofrezco una teoría completa del capital erótico y su creciente influencia en todas las áreas, desde lo social, a lo económico y la vida política del siglo XXI.
-En su libro brinda argumentos a favor de la legalización de la prostitución. ¿Acuerda con la política de los países que la han despenalizado?
-La Oficina Internacional del Trabajo (un cuerpo de las Naciones Unidas) realizó el estudio más extenso y complejo de la industria del sexo que jamás se hizo (The Sex Sector en 1998, por L. L. Lim). Allí concluyen que la criminalización y prohibición no tienen ningún propósito útil y son completamente ineficaces. Yo estoy de acuerdo con la despenalización de la prostitución y admiro las políticas holandesas como las más civilizadas y mejor informadas en comparación con las políticas de Suecia, por ejemplo, que simplemente exportan su demanda a Tailandia y otros países del Sudeste asiático.
-¿Cuál es el rol del hombre y la masculinidad frente al capital erótico de la mujer?
-Los hombres dan cuenta más que las mujeres de su capital erótico. Todos los estudios lo demuestran. Los actores de Hollywood lo hacen notorio en sus inversiones en esta materia. Los homosexuales siempre lo han hecho (el cuidado de su aspecto físico y su belleza siempre fue central), pero ahora los heterosexuales también lo hacen para elevar la demanda entre sus partners.
-¿Está interesada en la teoría queer y en pensadoras como Judith Butler?
-La mayoría de las intelectuales que escriben sobre sexo y sexualidad (incluidas feministas como Judith Butler) realmente saben muy poco o nada sobre la realidad de la vida sexual en la población y en todas las culturas. Dan sus propias opiniones o meras especulaciones y juegos mentales filosóficos –que tienen una pequeña o nula conexión con la realidad cotidiana. El hecho de que cada uno de nosotros ‘performemos’ nuestra masculinidad o feminidad (como señala Butler) no niega que la heterosexualidad sea aceptada como norma y preferencia por el 95% de la población y estructura las sociedades y relaciones sociales. Sólo el 5% restante se reconoce abiertamente homosexual o bisexual. Así como los hombres gay se sienten incómodos no sabiendo si otro hombre es homosexual o no, los heterosexuales sienten la misma incomodidad al no conocer la orientación sexual de los demás (así sea por completo irrelevante). Mucha de la filosofía del género carece de sentido para la vida presente. Como socióloga, me interesan los hechos concretos bajo los cuales las personas viven su vida y la piensan. Las ideas de Judith Butler me parecen poco relevantes, redundantes e inútiles para cualquier práctica o propósito. La biología y otras ciencias nos dicen cuestiones más concretas y lúcidas sobre el género, la sexualidad o la testosterona que la teoría queer.
-¿Cuál es su visión de la monogamia y el amor romántico?
-La monogamia y el amor romántico son ideas que se encuentran en todas las sociedades y culturas occidentales. Del mismo modo, todas las sociedades reconocen la belleza, elegancia, vitalidad y carisma, es decir, el capital erótico como un valor deseable. Pero sólo es en el mundo Occidental puritano y patriarcal donde se ha denigrado la belleza y la sexualidad, y se las ha visto como algo peligroso y pecaminoso, incluso tratado como algo erróneo y vergonzante.
Entrevista de Luis Diego Fernández