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Ed. Mondadori, año 1999. Tamaño 23 x 13.5 cm. Traducción de Jaime Zulaika. Estado: Excelente. Cantidad de páginas: 270
No es agradable despertar en el interior de una bañadera, cubierto de hielo, sangrando por un costado y con la idea de que te han extirpado un riñón. Así despertó Phineas Poe. En su mano izquierda tenía un trozo de papel, con una concisa leyenda: «Si quieres vivir llama al 911». Sólo recordaba que unas horas antes había entrado en un cuarto en compañía de una prostituta con la ufana intención de pasar un buen momento. También recordó que esa prostituta se llamaba Jude y que había cotizado sus servicios en doscientos dólares. Poe no quiere morir, por lo que de inmediato llama al 911. Esa llamada pone en movimiento una inquietante novela policial.
Es imposible discernir la cantidad de robos y de asesinatos cometidos en la literatura desde que Edgar Poe con Los crímenes de la calle Morgue inaugurara el policial moderno, pero sí se puede arriesgar que hasta hoy, tanto en la novela enigma como en el thriller, jamás se había narrado el robo de un riñón. El riñón, en este caso, se lo roban a un homónimo de Poe. ¿Un singular homenaje? Acerca de esa coincidencia no se hace la menor mención a lo largo de Bésame, Judas.
Detrás de cualquier crimen siempre hay un móvil. Descubrir por qué le han birlado el riñón es el desafío que se impone Poe. Experiencia no le falta: en los últimos seis años ha pertenecido a la división Asuntos Internos de la policía de Denver.
Claro que cuando se cruzó con la enigmática Jude, Phineas Poe no estaba en su mejor momento. Un par de días antes le habían dado de alta en un hospital psiquiátrico. Lo tenían internado no por problemas en las vías urinarias sino a consecuencia de un brote psicótico. Su esposa, Lucy, sufría leucemia y se había suicidado. El sospechaba que de algún modo había contribuido con ese suicidio, y se echó a deambular sin rumbo fijo, mientras meticulosamente se cortaba el brazo con un cuchillo de monte.
Ahora también deambulará sin rumbo fijo, pero con un propósito definido: encontrar a Jude. Por supuesto, la va a encontrar. No sólo a Jude, también a una serie de hombres y mujeres que entrarán y saldrán del texto con el fin de hacer más fascinante el enigma. Personajes oscuros como Henry o Jerome Gore; policías como Herpes y Moom; marginados como Crumb y Pooh; señoras entre infernales y piadosas como Isabel, Rose White y Eva. Todas criaturas que por momentos parecen ayudar a Poe y por momentos resultan sus verdugos más implacables. El, la víctima, es quien narra la historia.
A Phineas Poe no sólo lo mueven deseos de venganza, siente que Jude lo ha seducido más allá de la lógica. No es nada lógico que alguien caiga vencido en los brazos de una mujer que días antes le robó un riñón. Pero Bésame, Judas no se mueve por las leyes de la lógica, y ésa es una de sus virtudes. Delirio y realidad se mezclan sin cesar y van construyendo un texto fascinante, poblado de trampas y sugerencias, que exige una lectura sin descanso. Un mérito que se duplica cuando en la solapa leemos que Bésame, Judas es la primera novela de Will Christopher Baer, quien se reconoce deudor de Raymond Chandler y de Jim Thompson.
La influencia de Thompson es evidente, pero se advierte, sobre todo, cierto toque Tarantino: los diálogos tienen ese tono entre absurdo, sarcástico y violento que solemos encontrar en películas como Perros de la calle y Pulp Fiction. En la novela están propuestos al modo tradicional, línea a línea, pero sin los habituales guiones. Eso, no obstante, es una mera travesura gráfica. Hay sí una propuesta más riesgosa: el modo en que Baer narra la historia. El relato está planteado en presente del indicativo: las cosas suceden en el mismo momento en que el lector las lee, personajes y lectores comparten ese momento. Así, ambos llegarán hasta el final del texto y ambos descubrirán que lo que parecía un delirio tiene una lógica escalofriante. Esa lógica que sólo se encuentra en las buenas novelas policiales.
Vicente Battista