Ed. Museo Nacional de Bellas Artes, año 1999. Tamaño 30 x 24 cm. Nuevo, 100 págs. Precio y stock a confirmar

Lisa se radicó en Argentina a los doce años, en 1907: venía de la provincia española de Toledo. En Buenos Aires se hizo pintor, y durantre medio siglo -entre fines de la década del 20 y fines de la del 70- irá formando una obra original, llena de sugestiones, que prefirió mantener fuera del circuito general del arte. También actuó largois años en la docencia estética, para fundar más tarde su escuela de Arte Moderno «Las Cuatro Dimensiones», título ilustrativo de las ideas y las imágenes de Lisa, un estudioso de filosofía y teología, para quien la pintura era un medio -el más alto- destinado a la consecución de la globalidad espiritual y ética del hombre.

Para Lisa, como para Platón y Demócrito, Pico della Mirándola y Leonardo, hay una corresponencia entre el macrocosmos y el microcosmos, entre el universo y el hombre, entendido éste como un compendio de aquél. Más que a demostrar la correspondencia entre orbe y ser humano, Lisa dedicó su vida y su obra artística -aunque también sus reflexiones y enseñanzas estéticas y sus escritos teóricos- a percibir esa recóndita relación de interdependencia. El artista ve en el arte un «estado» del ser, pero tal estado no es un departamento estanco dentro de la persona humana sino la integración de todas las situaciones en que la persona vive.

La vida -o suma de vivencias- es, entonces, la construcción de un universo dentro del Universo, un símbolo de correspondencia, traducido en signos elementales, que, por insertarse esa relación insondable, se tornan en signos trascendentales. Debe ubicarse a Lisa entre los adelantados del Arte abstracto en la Argentina, a partir dela segunda mitad de la década del 30. Hay una instancia geometrizante en sus pequeños óleos de entonces -es éste su formato y su técnica de siempre- porque el artista elude el rigor euclidiano en busca de matizar un diálogo ensimismado de planos, colores y signos.

En estas creaciones, la geometría sirve de punto de partida, no de llegada. Por eso, lentamente va desapareciendo de la obra del artista y cesa a mediados de la década del 50. Si acaso el pintor hallaba en la geometría un andamiento de orden, una estructura organizativa, en cierto momento descubre que ese orden y esa organización no deben sino responder a su imaginación y raciocinio. Si hasta entonces había trabajado con signos, ahora, en estos «juegos con líneas y colores» (es el título de los óleos sobre papel que elabora entre los años 50 y 70), el signo es el todo, y no una parte de la obra. Líneas y colores, manchas y empastes se constituyen en unidad, en universo del discurso en términos de creación artística.

Indice:
1- Esteban Lisa, por Jorge Glusberg.
2- El silencio del pintor, por Elena Oliveras.
3- Esteban Lisa: el espacio imaginario, por Mario Gradowczyk.
4- La biblioteca de Esteban Lisa: los libros y las ideas de un pintor, por José Emilio Burucúa.
5- Evolución pictórica de Esteban Lisa: 81 figuras a color sobre papel ilustración.
6- Cronología.
7- Listado de obras.