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Ediciones B, año 2005. Tamaño 18 x 11 cm. Estado: Usado excelente. Cantidad de páginas: 286

Los últimos guevaristas, Julio Santucho 001Sin llegar a ser una historia, las reflexiones sobre el nacimiento, la evolución y el eclipse del Partido Revolucionario de los Trabajadores, que constituyen el núcleo temático de este libro, requerían un encuadre histórico que diera razón de las condiciones nacionales e internacionales de su surgimiento e hiciera posible una aproximación correcta a un fenómeno cuya aparición y rápido crecimiento obedeció al hecho de que algunas de sus intuiciones fundamentales se hallaban en correspondencia con expectativas reales de la sociedad. Dicho enfoque permite, a su vez, establecer con claridad los prejuicios ideológicos que impidieron la maduración del PRT como fuerza revolucionaria a escala nacional.

Al mismo tiempo, en sentido inverso, la reflexión sobre la experiencia del PRT nos conduce al análisis del caso argentino. La rebelión existió porque preexistía una crisis. La acumulación de problemas sin resolver, de trabas y deformaciones que han bloqueado la democratización y el desarrollo de la Argentina exige un análisis de los nudos estructurales que han condenado al país a una prolongada decadencia. Pero también es verdad lo contrario: la crisis fue producto de la rebelión; un gran sector del pueblo argentino no quiso aceptar pasivamente la imposición de un modelo de país que hoy nos avergüenza. Aquellos temas constituyen el objeto de este libro; pero, dado que ha sido escrito pensando en el futuro, podría decirse que la breve historia del PRT constituye un “subterfugio necesario” para abordar la problemática global de la crisis argentina.

En un contexto de desprestigio de la democracia liberal, la implantación de formas autoritarias y corporativas, la marginalidad de las fuerzas de izquierda y los límites de la modernización alcanzada bajo el impulso de los dos grandes movimientos populares que el país conoció en el siglo XX: el radicalismo y el peronismo, encontrarían terreno fértil las ideologías revolucionarias que, al calor del movimiento de emancipación de las colonias, del clima de guerra fría y de la crisis del marxismo, creyeron vislumbrar la posibilidad de una ruptura definitiva con el capitalismo y del asalto final a las ciudadelas del imperialismo. En América Latina, este ideal de construir un Hombre y un Mundo nuevos se encarnó en la figura y en el mensaje de Ernesto Che Guevara. En 1967, cuando el estallido de la rebelión popular encendió la chispa de la lucha armada en Tucumán, el PRT eligió adoptar, como inspiración ideal de su proyecto, el desafío lanzado por el Che desde las selvas bolivianas. De la matriz indoamericana y guevariana del PRT se ocupa el capítulo Uno.

El capítulo Dos es una reflexión que intenta reconstruir la historia del país tal como fue vivida por el PRT durante el breve período de tiempo en que dicho partido pasó a ser uno de los protagonistas de la vida nacional (1970-1976). El objetivo de fondo es doble: percibir el sentido de los acontecimientos principales del sexenio y, al mismo tiempo, captar las motivaciones de la conducta y la dirección en la que se movía la evolución política del PRT, ya sea en la fase de democratización que culmina con la primavera de Cámpora, ya sea en el ciclo de descomposición del peronismo que prepara el golpe militar de 1976.

El capítulo tres es completamente nuevo. En él se describe a grandes rasgos la etapa sucesiva a la que constituye el objeto central de este libro; son los años de la derrota y de la aplicación sistemática del modelo económico de los grupos más reaccionarios y concentrados. La llama de la resistencia, encendida por el coraje de las Madres de la Plaza de Mayo, fue alimentada por la búsqueda de Abuelas y organismos de derechos humanos. El tenue hilo de la resistencia se sostuvo firmemente hasta 1996, año en que surgió la organización H.I.J.O.S y millones de argentinos manifestaron en todo el país su repudio a la dictadura militar, al cumplirse el vigésimo aniversario del golpe de Videla. Pero, aunque muchos argentinos lo ignoren, parte significativa de la resistencia se libró en el exterior. Por ello, en esta edición, por primera vez incluyo una reconstrucción inicial acerca de la experiencia del exilio argentino.

En los años ’80 la sociedad argentina estaba atontada, paralizada y enmudecida por la derrota. A partir de 1996 comienza otra historia, nuevamente se entrecruzan la rebelión y la crisis, en la que estamos inmersos. Poco a poco, la sociedad argentina fue recuperando su memoria: se multiplicaron las publicaciones de los protagonistas de los años ’70, creció la producción de documentales y obras de teatro, surgieron los festivales de cine sobre derechos humanos. Y ello fue in crescendo hasta las históricas jornadas de 19-20 de diciembre de 2001.

A lo largo de 2002, la crisis del sistema político tradicional provocó una reacción de protesta antipolítica. En medio de ese vacío, como sucediera en la transición democrática de los años 80, la bandera de los derechos humanos juega un papel aglutinante único y característico de este país. La lucha contra la impunidad y la reapropiación de nuestra historia forma parte inseparable de la superación de la crisis y, más allá de los vanos esfuerzos de un sector de la clase política por esconder los cadáveres en el armario, cualquier reformulación de un proyecto nacional de progreso deberá gestarse en el tibio vientre de la Memoria.

A mediados de 2002 tuvo gran éxito la exposición “Arte y Política en los 60” realizada en el Palais de Glace. ¿Por qué hasta ahora no se había hecho algo así? Asimismo, cuando nos tocó participar en los debates del Foro Social Nacional, nos llamó la atención la inquietud de los jóvenes por recuperar críticamente el significado de las luchas de los años ’60 y ’70.

Por todo ello, considero oportuna la reedición de este libro. Pero soy consciente, y quiero resaltarlo, de que existe una distancia gigantesca entre 1988 y 2003: dos mundos diferentes, condiciones por completo heterogéneas que afectan radicalmente los modos de lectura y de escritura. Y ello en dos sentidos fundamentales.

En primer lugar, a diferencia de la primera edición y de los libros más conocidos sobre el PRT (Luis Mattini, María Seoane, Pablo Pozzi) la presente versión de Los últimos guevaristas no está escrita en tercera persona. Si los discursos no son neutrales y la forma autor está estructurada como un dispositivo en el que se condensan dimensiones y disposiciones subjetivas, puede pensarse que, en aquellos casos, la tercera persona cumplió el papel de lograr cierta distancia, cierta objetividad, de servir como cierto mirador desde el cual los autores pudieran observar desprovistos de las pasiones que los animaron en el momento en que les tocó actuar. Si es así, lo que parece expresarse es la necesidad de combatir la condena de la que éramos objeto en el momento en el que escribíamos. Creo que hoy no vale la pena seguir intentando un lenguaje neutro y objetivo y considero que las nuevas búsquedas libertarias precisan más bien conectarse con aquella otra época de tempestades, establecer puentes desde los que podamos pensarnos, no ya para saber lo que pasó, no ya para saber lo que hicimos, sino para plantearnos qué hacemos con lo que hicimos.

En segundo lugar, la primera edición estuvo dedicada a explicar la derrota. No rengo empacho en confesar que, en buena medida, la misma marca de la derrota determinaba el horizonte político en el que el libro fue escrito, el de la década de los ‘80, con los temas impuestos por los vencedores: teoría de los dos demonios, condena de la violencia como método político…de los dominados. Es la etapa de la “postdictadura” y no, como pensé y supuse en esa primera edición, la de la recuperación de la democracia. Claro que esta resignificación recién se puede realizar desde el presente. Si hasta el propio ministro Gustavo Béliz lanza duras críticas a la “narcodemocracia”, a la compraventa de leyes, al reparto mafioso del Estado al que tuvimos que asistir…

Hoy ya no se trata de la oposición entre dictadura y democracia, que era el dilema central de la postdictadura, sino de algo completamente distinto. Porque cambió el modo de dominio (el menemismo, destruyendo las Fuerzas Armadas, “lo hizo”) y porque el 19-20 de diciembre sacudió de encima todo el efecto disciplinador que aquel dilema había impuesto durante dos décadas a los que lucharon.

Julio Santucho
Buenos Aires, 2004

INDICE
Prólogo
La abnegada generación de los ’60, por Osvaldo Bayer
Presentación
I- Vientos de revolución
El Yo y el Nosotros
El Frente Único FRIP-PO
¿Foco o partido?
El auge del movimiento obrero tucumano
La Pax del Onganiato: quien siembra vientos, cosecha tempestades
Radicales radicalizados
La primera señal
El IV Congreso
La herencia del Che
La influencia trotskista y maoísta
Conclusión
Notas
II- Doble poder
La rebelión popular
Toda subversión debe progresar
V Congreso: nace el ERP
Los puentes se tienden
La vieja Argentina que se hunde
A vencer o morir
Frente Antiimperialista o Frente Unico
La primavera democrática
El giro a la derecha
Guerra al marxismo
Las ideas clave del PRT
Tregua y unidad
Asamblea Constituvente
El eclipse
El cuarto pilar
Conclusión
Notas
III- Resistencia y exilio
La nueva resistencia
El proyecto neoliberal
El exilio
Italia
Las caídas
Las escuelas
México, el ridículo
Los Estados Unidos
Notas
IV- Epílogo
Un nuevo País
“Piquete y cacerola, la lucha es una sola”
El retorno de la solidaridad social